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“En salud hay una distorsión de agenda”: Director general de la Fundación Santa Fe

20.10.2014 19:32

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“En salud hay una distorsión de agenda”: Director general de la Fundación Santa Fe

Juan Pablo Uribe Restrepo dice que el sistema de pagos ha distraído la atención a los problemas de fondo en salud. Combatir la pobreza ayudaría a superar una pandemia como el Ébola.

 Juan Pablo Uribe Restrepo es médico de la Universidad Javeriana, con un máster en Salud Pública y Administración de Salud de la Universidad de Michigan. Fue Director Nacional de Salud Pública y Viceministro de Salud. Trabajó para el Banco Mundial como especialista de la salud para América Latina y posteriormente ocupó la dirección del Departamento de Salud, Nutrición y Población del mismo Banco Mundial para la región de Asia y el Pacífico, con sede en Washington.

En 2011 fue escogido, tras un riguroso proceso de selección, como la persona ideal para ocupar el cargo de Director General de la Fundación Santa Fe, una de las instituciones privadas de salud más importantes del país, que cuenta con un hospital universitario de alta complejidad, acreditado nacional e internacionalmente, con un centro de investigación y estudios en salud y una facultad de Medicina en alianza con la Universidad de los Andes en la que se forman más de 600 estudiantes de pregrado.

Ante la alarma mundial por el resurgimiento del virus del Ébola y especialmente para conocer su opinión sobre lo que pasaría en el remoto caso de que el Ébola entrara a Colombia, lo entrevistamos para El País.

¿Cuál es el mayor problema de salud que tienen los colombianos?

Probablemente la mayor patología colectiva que tienen los colombianos está en el campo de la salud mental. El estrés, la depresión, los trastornos de comportamiento, y patologías mentales más severas como las enfermedades depresivas mayores, las adicciones y la misma esquizofrenia. Pero sucede que esos temas están estigmatizados en Colombia a pesar de que viven alrededor de todos nosotros. También están por fuera de la discusión de la política pública de salud porque no les interesa a los grandes negocios de la salud.

¿Cómo se podría corregir eso?

Invirtiendo muchísimo más en la capacitación del talento humano, en la conscientización social sobre estas enfermedades para darles un soporte, no estigmatizarlas y en ofrecer ante todo soluciones integrales y efectivas.

¿Se puede cuantificar su incidencia entre los colombianos?

No tengo en la memoria las cifras pero, en la carga de la enfermedad que es la manera como medimos la discapacidad y el impacto de la morbimortalidad de los colombianos, la salud mental y particularmente la depresión están bien arriba. Ahí están también la enfermedad cardiovascular, la cerebro-vascular y el cáncer, y asociada con la salud mental, está una quinta causa que nos pega todavía muy duro, que es la violencia.

¿La expresión de esos problemas de salud mental influyen en el estado de ánimo de los colombianos, su innegable agresividad e intolerancia?

Yo creo que sí, son diversas formas de violencia que están por fuera del ámbito de los grupos armados o la delincuencia, como la violencia intrafamiliar, la de género o el maltrato a los niños. También las violencias espontáneas que sufrimos en fechas especiales como el Día de la Madre o después de un partido de fútbol, pueden estar detrás de esa angustia y polarización mental.

¿Cree que ese tema tan delicado esté dentro de las preocupaciones del estado?

No suficientemente. Uno de los mensajes en los que quiero hacer énfasis es en que la agenda de salud en Colombia hoy no es la correcta. Estamos trabajando principalmente sobre temas financieros de la seguridad social, en un nivel muy alejado de los problemas de la salud que son los que nos afectan como ciudadanos en el día a día, pero no estamos llegando a solucionar los problemas de calidad en cuanto a la capacidad asistencial pública o privada.

¿Qué quiere decir?

Si usted revisa cuáles son las áreas de preocupación en el sector salud del país, encontrará que están en la corrupción, en los desequilibrios financieros de las EPS, en las irregularidades que se presentan en el recobro al Fosyga y en toda esa complejidad del sistema; pero la pregunta es: ¿dónde están la salud mental, la calidad de la asistencia, el fortalecimiento de la red hospitalaria y de la formación de las enfermeras y de los técnicos del futuro? En el tema de la salud tenemos una distorsión de la agenda por los enredados flujos financieros y los problemas de corrupción y de irregularidades que nos tienen atrapados. Y cuando aparecen situaciones como las niñas vacunadas contra el Papiloma en El Carmen de Bolívar, el virus de Chikungunya y ahora el virus del Ébola, el tema se vuelve más complicado porque nada de eso se resuelve solo con los flujos de caja, con los recobros al Fosyga, o las discusiones de macro financiamiento en salud. El virus del dengue, entre otros, sigue siendo un problema importante y su comportamiento no es favorable. Seguimos con una incidencia de casos y una mortalidad asociada muy alta. Es todavía uno de los grandes problemas de salud pública en Colombia.

¿Qué debemos hacer para avanzar más en investigación?

No hay duda de que Colombia tiene que seguir invirtiendo en la generación de conocimiento y en investigación básica y aplicada en salud. Tenemos oportunidades inmensas con el fortalecimiento presupuestal de Colciencias y con las regalías, pero seguimos patinando en la generación de líneas de investigación de largo plazo en temas de salud importantes. Colciencias lanzó hace tres años unos programas de investigación que buscaban dar un financiamiento de ocho a diez años sobre temas muy importantes y la Fundación Santa Fe de Bogotá está participando en tres de ellos: Vectores, enfermedad cardiovascular y un tercero que tiene que ver con primera infancia. Todos críticos para los colombianos. Con la inestabilidad y los cambios, los programas concebidos originalmente con un horizonte largo terminan siendo prácticamente anuales y la generación de conocimiento en salud no se hace en ciclos cortos.

¿Qué debe hacer el gobierno?

Acabar con la inestabilidad de las reglas de juego y de financiamiento para que los buenos grupos de investigación puedan cumplir su cometido.

El tema del Ébola tiene al mundo en alerta. Hagamos un poquito de historia, ¿por qué razón surge en África?

No tengo una explicación epidemiológica detallada, sino una mucho más básica y es que el Ébola surge, como la mayoría de las enfermedades de salud pública, donde se concentra la pobreza. Y eso nos lleva a una primera conclusión evidente: si se quiere combatir estas enfermedades en su origen se debe empezar por erradicar esos focos de pobreza. Y si el Ébola es una enfermedad mundial, el mundo globalmente debería comprometerse con políticas integrales que saquen a esas comunidades de la postración en que están. Lo mismo ocurre en Colombia. Si usted mira donde están concentrados los problemas de salud pública en nuestro país, verá que coinciden con el mapa de la pobreza y no habría mejor solución que reducir la inequidad y elevar el nivel de ingreso de esas comunidades.

¿Hay alguna posibilidad de que a Colombia llegue el Ébola?

Yo creo que como posibilidad remota sí existe. Pero remota. Sin embargo, podría ser factible por la facilidad del transporte contemporáneo que termináramos importando un caso de Ébola. En ese momento, yo sí me hago una pregunta, ¿tenemos la capacidad asistencial para manejarlo adecuadamente?

Con solo hacer esa pregunta, usted ya me está dando la respuesta, doctor...

Pues es que basta mirar lo que pasó en España y en los Estados Unidos, países que tienen grandes recursos para la asistencia. Por eso hay que examinar la capacidad de nuestros hospitales para enfrentar la posibilidad –remota, insisto- de la llegada del Ébola.

¿Estamos listos para que con su talento humano, sus instalaciones y sus equipos podamos, el día de mañana, manejar uno, dos, tres o más casos de Ébola con seguridad y éxito, cuando hoy ni siquiera les pagamos a tiempo?

El virus se identificó en 1976. Su pregunta es bien interesante porque, efectivamente, las multinacionales y otras industrias similares que no son tan grandes y que a lo mejor incluyen a nuestra industria nacional van en general por los mismos mercados y por las investigaciones que son rentables. El tema de las enfermedades huérfanas y de estos requerimientos, abandonados por los intereses del mercado global, deberían ser una responsabilidad más de los gobiernos que son los que tienen la capacidad de fomentar investigación en temas de interés público, más allá del interés comercial.

¿Qué le hace el Ébola al organismo humano?

Lo que entiendo es que en un período de incubación de más o menos 20 días desarrolla manifestaciones como de una enfermedad infecciosa gastrointestinal: fiebre, escalofríos, diarrea y vómito. En primera instancia va afectando la producción de células sanguíneas que circulan por todo el cuerpo y las paredes de los vasos sanguíneos y se van comprometiendo entonces órganos mayores. Esto lleva al organismo a una falla multisistémica que es lo que termina matando a la persona.

¿Puede decirse que el contagio se presenta por descuidos en los protocolos del personal que atiende a los enfermos?

No necesariamente. En una comunidad africana imagínese usted a la tía que está acompañando al sobrino enfermo en condiciones de pobreza, o piense en la gente caritativa que mueve un cadáver en la calle, para buscar darle entierro. Esas personas estarán en gran riesgo porque allí es donde pueden contagiarse. Con protocolos y equipos adecuados en centros hospitalarios preparados, el riesgo es menor, pero aún significativo. Pero lo más importante del Ébola, además de su concentración en la pobreza, es su alta tasa de mortalidad, casi del 50 %.

Finalmente, como director de una institución como la Fundación Santa Fe de Bogotá, ¿cómo ve el quite que le ha hecho el gobierno a una reforma integral de la salud?

Creo que es un error no avanzar con una reforma más estructural de nuestro sistema de seguridad social en salud. Creo sí, que hay un gran avance que no se va a poder ignorar y es la aprobación, por el Congreso, de la Ley Estatutaria de la Salud, que fue avalada por la Corte Constitucional. Esa ley genera unos cambios correctos en las reglas de juego de la seguridad social en Colombia, para garantizar el derecho a la salud, que van a exigir, tarde o temprano, por parte del gobierno una transformación muy importante, más allá de decretos o “reformitas” al actual sistema.

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