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¿Es factible que las hepatitis víricas dejen de ser una amenaza para la salud pública en el año 2030?

07.09.2020 00:48

¿Es factible que las hepatitis víricas dejen de ser una amenaza para la salud pública en el año 2030?

Se precisará una mayor inversión en las estrategias nacionales para la reducción del impacto de las hepatitis B y C, incidiendo en el cribado precoz y su tratamiento en poblaciones vulnerables

 

Las importantes lagunas en los esfuerzos de eliminación de la hepatitis en todo el mundo amenazan el logro de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de reducir sustancialmente las nuevas infecciones y muertes por hepatitis víricas (provocadas por los virus de la hepatitis B –VHB- y C –VHC-) para 2030. Esta es la principal conclusión de un artículo publicado en la revista Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, con motivo del Día Mundial de la Hepatitis, celebrado el pasado 28 de julio.

La carga mundial de las hepatitis víricas resulta considerable. La mortalidad a escala global por infección crónica por el VHB y el VHC sigue aumentando, con más de 1,4 millones de muertes cada año. El número de de personas infectadas a las que se les ha diagnosticado una infección crónica por el VHB sigue siendo bajo, al igual que el porcentaje de pacientes con hepatitis B que reciben tratamiento (9% y 5%, respectivamente). A pesar de que la proporción de casos de infección crónica por el VHC diagnosticados es algo mayor, el porcentaje de personas que han recibido tratamiento sigue siendo claramente insuficiente (20% y 7,4%, respectivamente) (véase La Noticia del Día 22-07-20 ).

Para el VHC no existe una vacuna. A pesar de las elevadas tasas de curación gracias a los antivirales de acción directa, como las infecciones crónicas suelen ser asintomáticas, pueden producirse nuevas infecciones si no se aplican medidas de prevención en los grupos más vulnerables al VHC (consumidores de drogas por vía intravenosa; hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres [GBHSH]; personas privadas de libertad; poblaciones migrantes; etc.).

En 2016, los Estados miembros de la OMS acordaron trabajar para eliminar las hepatitis B y C como amenazas para la salud pública en 2030. Específicamente, establecieron objetivos para reducir las muertes por hepatitis B y C en un 65%, mediante el diagnóstico del 90% de las infecciones y el tratamiento del 65% de las personas elegibles, así como la prevención del 90% de las infecciones.

Pero incluso los países de altos ingresos pueden no alcanzar los objetivos de eliminación, debido a la falta de planes nacionales y a la lentitud de los progresos en el diagnóstico y el tratamiento de las hepatitis víricas. Un análisis publicado a principios de este año estimó que sólo nueve países de altos ingresos, entre ellos el Reino Unido, Australia, Francia, Italia y España, estaban en camino de cumplir los objetivos de eliminación para el 2030.

Los expertos identificaron lagunas y dificultades en la eliminación de las hepatitis B y C y establecieron unas prioridades para la intensificación de los esfuerzos de eliminación. La eliminación de las hepatitis B y C requiere inversión. Las hepatitis víricas podrían eliminarse en 67 países de ingresos bajos y medios para 2030 con una inversión de 58.700 millones de dólares. Una inversión de 6.000 millones de dólares al año evitaría 4,5 millones de muertes prematuras para 2030 si se pueden utilizar medicamentos genéricos. Las inversiones para combatir la pandemia de la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019) pueden eventualmente beneficiar el control de la hepatitis si comportan una mejor vigilancia y el fortalecimiento de los sistemas de salud.

Los esfuerzos de eliminación de las hepatitis víricas se ven obstaculizados por la falta de estrategias nacionales de eliminación para movilizar recursos y coordinar las actividades. Una encuesta realizada por la OMS en 2017 reveló que solo 84 de 135 países habían elaborado un plan nacional y únicamente 49 habían dedicado fondos a la eliminación de la hepatitis.

Otras deficiencias identificadas por los expertos en hepatitis víricas incluyen: tasas de diagnóstico muy bajas (se estima que solo el 9% de las infecciones por hepatitis B se han diagnosticado en todo el mundo); falta de aplicación de las principales intervenciones recomendadas por la OMS, especialmente la vacunación frente a la hepatitis B en el momento del nacimiento; falta de acceso a pruebas de diagnóstico o a un tratamiento asequible; y ausencia de mecanismos de financiación respaldados por los donantes para apoyar los esfuerzos de eliminación en los países de ingresos bajos y medios.

Según señalan los expertos, el dinero y los esfuerzos para lograr los objetivos de eliminación de las hepatitis B y C para el 2030 se deberían invertir en:

  • Aprovechar las sinergias con los programas de VIH y desarrollar pruebas de cribado de las hepatitis B y C en centros de diagnóstico inmediato –conocidos como point-of-care– (véase La Noticia del Día 09-06-20 ) que puedan integrarse en las pruebas de detección del VIH en la comunidad.
  • Utilizar los modelos de suministro de tratamiento en la comunidad ya aplicados en el VIH para descentralizar el tratamiento de las hepatitis víricas.
  • Dar prioridad a la elaboración de programas de reducción de daños para prevenir la transmisión de la hepatitis C entre las personas usuarias de drogas inyectables. Los programas de reducción de daños pueden proporcionar una vía de acceso a la detección y el tratamiento de la hepatitis para las personas que no se encuentran vinculadas a los servicios de atención médica.
  • Sensibilizar a la población sobre las hepatitis víricas mediante programas de detección masiva.
  • Desarrollar modelos de atención que apoyen la microeliminación en poblaciones definidas en lugar de utilizar un enfoque “para todos los casos” con el objetivo de ampliar el diagnóstico y el tratamiento. La detección intensiva de personas usuarias de drogas inyectables es fundamental para lograr la eliminación en muchos entornos donde la gran mayoría de las nuevas infecciones ocurren en esta población.
  • Mantener el apoyo financiero para la vacunación frente a la hepatitis B en el momento de nacer en los países de ingresos bajos y medios, especialmente en el África subsahariana.
  • Acelerar los esfuerzos de investigación para desarrollar un tratamiento curativo de la hepatitis B que pueda suministrarse a un precio asequible en los países de ingresos bajos y medios, que representan la mayor parte de la carga mundial de la infección por el VHB.
  • Intensificar los esfuerzos de investigación para desarrollar una vacuna preventiva frente a la hepatitis C.

 

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