Alivio del dolor

Estudios hechos en EE. UU. y ensayos clínicos efectuados por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de ese país demuestran que la marihuana inhalada alivia el dolor neuropático.

En el 2008, la Universidad de Miolan encontró que el uso estandarizado de la cannabis sativa produjo alivio total en la hiperalgesia (dolor exagerado y sin control) producida por desórdenes nerviosos.

Investigadores han demostrado que en el cerebro y en la médula espinal hay receptores llamados CB1, que son específicos para Tetrahidrocannabinol (THC), y en la periferia hay CB2, que se relacionan con el control del dolor inflamatorio. Al parecer, estos controlan los dolores causados por el cáncer y molestias crónicas que no calman analgésicos comunes.

Se ha probado que los cannabinoides inhiben o liberan moduladores que bloquean la alodinia y la hiperalgesia propia del dolor neuropático, como la neuritis herpética, la neurálgica del trigémino y dolores centrales.

Los THC estimulan el apetito en pacientes con anorexia, cáncer y sida. El THC y el cannabidol tienen efecto significativo en las vías neurológicas que regulan las náuseas y el vómito, los cuales deterioran la calidad de vida de pacientes con cáncer.

La planta también se usa para el manejo de la espasticidad (aumento anormal de la contracción muscular por acción del sistema nervioso central). Es una condición incapacitante y dolorosa que acompaña a enfermedades que comprometen el cerebro o la médula espinal, como la esclerosis múltiple, los traumas medulares o la degeneración de las neuronas.

Se ha demostrado que este proceso está regulado por el sistema cannabinoide.

La activación con THC de los receptores CB1 disminuye el síntoma, al igual que la rigidez y el temblor. Además, mejora la capacidad de movimiento.

En glaucomas y otras enfermedades

Los cannabinoides disminuyen la presión, lo que les ha abierto un espacio como potencial herramienta contra el glaucoma. La estimulación del sistema cannabinoide retarda la progresión de la enfermedad de Huntington, el síndrome de Tourette, encefalomielitis y algunos tipos de epilepsia. También han funcionado como broncodilatadores en pacientes asmáticos.

Efectos adversos

Mareos, fatiga, debilidad muscular, desorientación, pérdida de memoria, alteraciones en la coordinación, ansiedad y alucinaciones. Su uso crónico puede causar disforia, ansiedad, irritabilidad, insomnio, pérdida del apetito y depresión, al suspenderlos.