Homosexualidad de los padres no pone en riesgo la crianza / Análisis

Siempre que se abra la discusión sobre la conveniencia de que se permita o no la adopción a parejas del mismo sexo, es necesario empezar por decir que toda la vida hombres y mujeres homosexuales han tenido relación con sus hijos, biológicos o adoptados, aunque su orientación sexual no haya sido necesariamente puesta en evidencia.

En otras palabras, que una pareja gay se relacione en un espacio familiar con un hijo no es un asunto nuevo. Para la muestra están los padres y madres que tuvieron hijos biológicos durante una relación heterosexual anterior y luego crearon una nueva familia con una pareja de su mismo sexo. También está el caso de solteros homosexuales que tras haber adoptado niños, luego se unen con parejas del mismo sexo.

Precisamente, estas relaciones familiares han sido la base de muchas investigaciones. Gracias a ellas hoy es posible hacer inferencias sobre el impacto que este modelo de familia tiene, desde el plano emocional, social y afectivo, en los hijos.

Adentrarse en el análisis exige, para empezar, tener en cuenta que los efectos directos de la crianza por parte de padres homosexuales o heterosexuales no son absolutamente predecibles. Del mismo modo, hablar de adopción hace necesario adentrarse en el tema de la familia y de los roles que cada integrante tiene dentro de ella.

Se ha probado que estos roles, asignados por la sociedad pero que no son necesariamente naturales, han ido cambiando en términos de masculinidad y femineidad absolutos.

La antropóloga estadounidense Margaret Mead, en un estudio ya clásico, comprobó que los comportamientos entre hombre y mujer en la cultura occidental tienen rasgos homosexuales; es decir que la definición de masculino y femenino se diluyó desde la perspectiva de la ley natural.

La evidencia científica indica, además, que desde muy temprana edad los niños comprenden la realidad social en la que se encuentran, y eso incluye entender los roles de las personas que componen su estructura familiar, incluida el suyo propio. Hay estudios que señalan que las parejas homosexuales también cumplen los roles enmarcados dentro de la familia tradicional.

En cuanto a los efectos que puede tener en un niño estar bajo la tutoría de una pareja homosexual, un metaanálisis de la Academia Americana de Pediatría, que analizó más de 30 años de estudios sobre el tema, demostró que no hay efectos en la salud o en el bienestar físico y emocional, que se deriven de la orientación sexual de sus padres.

Por el contrario, un menor de edad se afecta más por la ausencia de soportes sociales o emocionales o la mala relación con sus papás, que no está determinada por la condición sexual.

La Universidad de Ámsterdam, también en un estudio referenciado por el Ministerio de Salud en una comunicación enviada a la Corte Constitucional a solicitud de este tribunal,comprobó que si hay algún efecto en la salud de menores pertenecientes a familias conformadas por parejas de dos mujeres, tiene más que ver con la discriminación y el estigma sufridos socialmente por ellas.

La Universidad de Birkbeck, en Londres, concluyó en otro metaanálisis que los procesos de desarrollo de todos los niños eran similares cuando éstos tenían padres homosexuales o heterosexuales. Sentenció, además, que “el desarrollo óptimo de los menores de edad parece estar más influenciado por la naturaleza de las relaciones y las interacciones en el núcleo familiar, que por la estructura de éste”.

Con base en estudios como estos, desde el punto de vista científico se reafirma que las parejas homosexuales no representan, per se, un riesgo para la crianza adecuada de un menor de edad. No hay un componente biológico que determine alteraciones para que esta transcurra en términos de bienestar.

Vale decir, para terminar, que existen cientos de otros estudios que muestran resultados contradictorios sobre este tema, en buena medida porque muchos de ellos están condicionados por intereses de todo tipo que desbordan lo científico.