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Jóvenes fuman menos cigarrillo, pero más marihuana

02.10.2015 16:24
Jóvenes fuman menos cigarrillo, pero más marihuana
 

Creencias sobre supuestos efectos inocuos de esta sustancia han hecho que se incremente su uso.

Es una realidad comprobada: el consumo de cigarrillos entre jóvenes de Europa y Estados Unidos (en parte por el aumento de precios y las campañas en su contra) ha caído considerablemente mientras que el de marihuana se incrementa cada vez más. ¿La razón? No pocos consideran que, en el fondo, esta sustancia es inocua.

Una encuesta de la Universidad de Michigan hecha entre mil universitarios de Estados Unidos en el 2014 –los resultados se conocieron este mes– encontró por primera vez que la tendencia en materia de consumo de estas sustancias psicoactivas se invirtió: el 6 por ciento de los estudiantes admite que se fuma un ‘porro’ al día y el 5 por ciento, cigarrillo. (Lea también: El desafío sintético)

 
 

 

El estudio, financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, evidenció, además, que el porcentaje de alumnos que fumaban un cigarrillo diario cayó del 19 al 5 por ciento entre 1999 y el 2014.

No obstante, este avance tiene su pero: otro estudio publicado en la revista Pediatrics, de este mes, señala que los estudiantes de secundaria de Estados Unidos están reemplazando los cigarrillos convencionales por los electrónicos; de hecho, entre el 2013 y el 2014 su uso saltó de un 4,5 a más de un 13 por ciento.

Y el problema no para ahí, pues según los investigadores, estos dispositivos se utilizan cada vez más para consumir marihuana.

“Los niños los usan para quemar aceite de hachís o una dosis de concentrado de marihuana en estado ceroso (‘dabs’), o para quemar hojas secas de marihuana usando el calor generado por estos dispositivos con pilas”, indica la investigación, que está basada en una encuesta de la Universidad de Yale.

En concepto de varios especialistas consultados por este medio, tal reemplazo se explica porque existe la creencia de que el consumo de marihuana, “por ser natural”, es menos nocivo que el de cigarrillo. (Vea también: Con apariencia de incienso se mueve en el país 'marihuana sintética')

Más potente y lesiva

Pilar Acosta, toxicóloga del Hospital Santa Clara, de Bogotá, desvirtúa este mito. “No puede perderse de vista que incluso se han ido modificando los cultivos de esta planta para hacerla más potente; muchos consumidores no saben qué están llevando a su cuerpo, que se están exponiendo a alteraciones cognitivas, de comportamiento e incluso al desarrollo de potenciales trastornos mentales”, advierte.

En eso coincide Ubier Gómez Calzada, toxicólogo del hospital San Vicente Fundación, quien afirma que uno de los tipos de marihuana que se consumía en los años 70 era de la variedad punto rojo, que tenía un 3,5 por ciento de principio activo, pero ha sido progresivamente modificada hasta darle una concentración del 7 por ciento; a esta se le conoce como la ‘cripa’. “Esta variedad causa un mayor deterioro en la capacidad cognoscitiva: antes una persona que consumía tenía un deterioro a los 10 años de consumo, ahora los efectos empiezan a verse a los tres”, sostiene.

Gómez recuerda que un estudio publicado en New England Journal of Medicine comparó la toxicidad pulmonar de la marihuana con la del cigarrillo, y concluyó que un ‘porro’ equivale a siete cigarros. “Con la marihuana –insiste– una de las mayores complicaciones se da porque quienes la consumen hacen una inhalación muy profunda, y estas sustancias quedan depositadas en los pulmones”.

Entre las evidencias que apoyan esta afirmación está un estudio publicado en el 2000 en la revista Adicciones; sus autores concluyeron que las sustancias contenidas en un cigarrillo de marihuana pueden ser detectadas hasta tres meses después de haber sido consumido, pues sus partículas se adhieren a la masa pulmonar. Agrega el toxicólogo que las partes del cuerpo más afectadas son aquellas en las que más hay grasa, y el cerebro, los testículos y los ovarios se cuentan entre ellas. (Vea: Cultivo de marihuana a cambio de carne, realidad campesina en Paraguay)

La marihuana, además, puede producir alteraciones en el cuerpo equivalentes a un grado dos de alcoholemia. Gómez advierte que los conductores que han consumido marihuana también son un peligro en las calles. “En el país ese indicador no se mide, como sí ocurre en Europa. Con eso evitaríamos una accidentalidad subregistrada por cannabis”, concluye.

Hacia drogas más duras

Augusto Pérez, director de la Corporación Nuevos Rumbos, señala que “ningún nivel de consumo de marihuana –menos en adolescentes–, es seguro y que no es una droga débil”. Y sostiene que está demostrado que es el primer paso hacia el uso de drogas más pesadas. Por su parte, el toxicólogo Camilo Uribe advierte que los fumadores crónicos de marihuana pueden padecer enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc) y que la marihuana tiene más de 4.000 sustancias tóxicas, igual que el cigarrillo común.

El uso medicinal del cannabinoide

Para el dolor. Un estudio de la Universidad de California (2007) y otro a cargo de la Universidad de McGill (2010), que se suman a ensayos clínicos de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por su sigla en inglés), de EE. UU. demuestran que la marihuana inhalada alivia el dolor neuropático. Es más recomendado para controlar dolores causados por el cáncer y las molestias crónicas, es decir, aquellas de larga duración, que no se calman con analgésicos comunes.

Mejora el apetito. Los THC (sustancia activa en la marihuana) estimulan el apetito en personas con anorexia, cáncer y sida. Un estudio publicado por ‘The European Journal of Nuclear Medicine and Molecular Imaging’ encontró que la extrema falta de apetito causa una alteración en el sistema cannabinoide; si se equilibra, el apetito regresa.

Contra náuseas y vómito. El THC y el cannabidol tienen un efecto neurológico que regula las náuseas y el vómito, que tanto afectan a pacientes con cáncer.

 

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