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Las razones por las que hay que temerle a la diabetes

24.11.2019 09:42

https://www.eltiempo.com/salud/dia-mundial-de-la-diabetes-como-actua-sintomas-tratamiento-y-prevencion-433354  

 

Las razones por las que hay que temerle a la diabetes

En el día mundial, una mirada a los efectos en el cuerpo de esta enfermedad que se ha multiplicado

Para entender de manera simple la diabetes, se puede decir que es una enfermedad por la que el cuerpo no logra reducir los valores de ‘azúcar’ (glucosa) en la sangre.
Y esto se produce por la ausencia de una hormona (la insulina) encargada de sacar el azúcar de la sangre y meterla en las células o porque dicha hormona no cumple bien con su tarea.

“En el primer caso hablamos de diabetes tipo I, y cuando la hormona falla se habla de diabetes tipo II”, explica el endocrinólogo Iván Darío Escobar.

La más frecuente es la tipo II, con nueve de cada 10 casos, al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera una epidemia global: se estima que se ha multiplicado por cuatro en los últimos 39 años, con lo que el número de enfermos ha llegado a los 420 millones y que serán más de 500 millones para el año 2030, con consecuencias devastadoras para la salud pública y las finanzas sanitarias del planeta.

Y lo peor, insiste Escobar, es que se calcula que la mitad de quienes la padecen no lo saben.

Para entender mejor

El fisiólogo Ernesto Contreras explica que durante el proceso digestivo, gran parte de la comida que consume una persona se convierte en glucosa, conocida comúnmente como azúcar, y desde el intestino pasa directamente a la sangre. Dicha glucosa, agrega Contreras, circula por todo el cuerpo para que las células la utilicen como alimento.

“Sin embargo, las células no pueden tomar la glucosa de manera autónoma, por lo que necesitan de una especie de ‘pala’ que la saca de la sangre y la deposita dentro de ellas”, indica el experto.

Dicha pala es la insulina, una hormona producida por el páncreas y que se ubica en la pared celular para cumplir con esta función. Y es así como se regulan normalmente los niveles de azúcar en la sangre, remata Contreras.

El asunto es que este mecanismo tiene límites, complementa Escobar, y cuando el consumo de azúcar (de alimentos que la contienen) es exagerado hay una liberación muy alta de insulina que se sobrecarga en los tejidos y deja de actuar de manera normal. “Es como si los tejidos se negaran a creerle a la hormona y se opusieran a dejarla funcionar; es lo que se llama resistencia a la insulina”, enfatiza el endocrinólogo.

Empieza lo grave

Contreras dice que en una fase inicial, anterior a la elevación de los niveles de glucosa en sangre, el páncreas fabrica más insulina de lo habitual, pero, como esta no puede hacer bien su acción porque encuentra un bloqueo en los tejidos donde debe actuar, termina ‘fundiendo’ el páncreas hasta que ya no produce más hormona.

“Ahí, el azúcar empieza a subir en la sangre, y las personas afectadas se vuelven como los que padecen diabetes I: carecen de insulina y requieren su aplicación externa para vivir”, agrega el especialista.

Proceso lento y tormentoso

Lamentablemente, los síntomas solo aparecen cuando la diabetes ya está muy consolidada, y, como se dijo, esto puede ser mucho después de su inicio.

Escobar es claro en señalar que por esto resulta muy importante insistir en la prevención o detectarla en etapas tempranas, antes de que arrase con sus daños todo el organismo, para lo cual hay que tener claros algunos síntomas que hacen sospechar de su presencia.

Señales de alerta

Orinar más de lo habitual: si bien hay que tomar esta señal con precaución, vale la pena una revisión si se presenta en razón de que el azúcar empieza a escaparse por los riñones de manera insensible.

Sed: como se pierde agua y la sangre está muy concentrada en elementos sólidos, el organismo empieza a reclamar líquidos. Este síntoma es muy importante.
Cansancio: como el cuerpo no puede utilizar el azúcar, que es la base de la energía, se experimentan debilidad progresiva, sensación de cansancio y ganas irreprimibles de dormir.

Pérdida de peso: las personas diabéticas comen porque sus células les reclaman energía, pero, como lo que se ingiere no se puede utilizar, se empieza a perder peso en un círculo vicioso que hace que se coma más; esto sienta el problema, se pierde peso, y el cuerpo pide más comida.

¿Qué pasa si esto sigue?

La exposición prolongada a altos niveles de azúcar en la sangre produce daños en todo el cuerpo, asegura Contreras, empezando por las arterias, lo que aumenta el riesgo de padecer derrames cerebrales, daños en la circulación de las piernas e infartos.

Escobar expone que cuando los daños son en las arterias pequeñas se llega a padecer ceguera por lesiones en la retina, insuficiencia en los riñones y pérdida de la oxigenación en las piernas, lo que puede llevar a amputaciones, sin dejar de lado graves problemas en la cicatrización, hemorragias y graves desequilibrios metabólicos que pueden llegar a ser incompatibles con la vida.

Prevención, lo urgente

Hay que ser enfáticos, según Escobar y Contreras, en que la diabetes tipo II (la más frecuente) se puede prevenir si se controlan todos los factores de riesgo desde la niñez. La clave está en mezclar dos factores básicos: dieta sana y ejercicio. Si se tiene en cuenta que la obesidad es un factor de riesgo para la diabetes y que al mismo tiempo es un problema en ascenso exponencial a nivel mundial, resulta obligatorio el control del peso corporal a todo nivel.

Es urgente, asimismo, eliminar el consumo de azúcares libres y los alimentos obesogénicos, como la comida chatarra; lo mismo que estimular el consumo de frutas y verduras.

Los diabéticos deben aprender a identificar los alimentos que más suben el azúcar en sangre, para así poder disminuir la frecuencia y distribuirlos en forma adecuada en el transcurso del día. Aquí, la nutricionista Nohora Bayona aclara que la miel y la fructosa no son sustitutos del azúcar, solo que tienen un efecto más lento.

“Se debe tener control y evitar el consumo en exceso de ciertos alimentos, como los de la regla de las 3 P: pan (harinas), papa y pastas”, dice Bayona, que, además, recomienda aumentar legumbres y frutos secos en la dieta diaria. “Hay que ser cautelosos con los jugos, ya que el azúcar de la fruta llega a la sangre con más rapidez, por lo que hay que restringimos y preferir las frutas enteras”, manifiesta la nutricionista.

En cuanto al ejercicio, la médica Olga Lucía Estrada recomienda que se realice al menos cuatro veces a la semana en sesiones de mínimo 30 minutos diarios, con actividad que implique movimiento, caminar, trotar, bailar, nadar, montar en bicicleta o realizar un deporte específico. “También es importante incluir actividad de fuerza bajo supervisión, con la premisa de que los músculos son excelentes reguladores metabólicos”, remata Estrada.

Junto con lo anterior, es indispensables el control de la presión arterial, del colesterol y no fumar ningún tipo de cigarrillo.

¿Y cómo se diagnostica?

Como la forma más frecuente es la diabetes tipo II, que no presenta síntomas durante muchos años, se deben hacer controles rutinarios con análisis de sangre para detectarla en etapas tempranas. Si bien hay varios criterios para hacer el diagnóstico con un análisis de sangre, el más utilizado es medir el azúcar en sangre en ayunas, siendo el valor normal menor de 110 mg/dl. Se considera anormal cuando se obtienen dos valores mayores de 126 mg/dl, y en ese caso se deben realizar otros análisis para confirmar el diagnóstico y su etapa. Es importante hacer esto de modo regular, más si hay antecedentes familiares o alteraciones del azúcar durante el embarazo.
 

Cuando se tiene el diagnóstico, lo urgente es controlar los niveles de azúcar con dieta rigurosa. Lo anterior, según cada caso, se complementa con medicamentos, y de llegar a requerirse insulina, esta debe ser aplicada de forma regular; “todo bajo un esquema de tratamiento basado en un cambio de hábitos y ajustes en la vida de los pacientes y su familia”, agrega Escobar.

 

 

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