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Basta ver, de acuerdo con Luis C. Quintero, economista y administrador hospitalario, cómo a finales de enero un respirador mecánico de última tecnología costaba entre 15.000 y 17.000 dólares y en la actualidad puede sobrepasar los 50.000, con el agravante de que las entregas se fijan para después de junio, lo que pone en graves aprietos a los sistemas de salud, que tratan de adaptar sus estructuras, para responder a la potencial demanda que deja la covid-19.

Según Carlos Álvarez, expresidente de la Sociedad Colombiana de Infectología, la necesidad de estos aparatos está fundamentada en que el nuevo coronavirus afecta principalmente las vías respiratorias, alterando de manera grave los alvéolos pulmonares e impidiendo que el oxígeno pueda pasar a los tejidos y mantenerlos vitales.

Cuando esto se presenta, un ventilador (como también se les conoce) puede suplir las funciones respiratorias, mientras los tejidos dañados se recuperan. El problema es que ante las proyecciones de afectados en corto tiempo, la cantidad de respiradores disponibles es insuficiente y, además, están agotados.

En cuanto a la producción nacional, instituciones académicas se han dado a la tarea de desarrollar ventiladores de bajo costo. Tal es el caso de la Universidad de La Sabana, que, en asocio con Indumil y Cotecmar, empezó la producción de 160 respiradores low cost, 60 de los cuales serán adquiridos por la Gobernación de Cundinamarca. Según La Sabana, cada uno de estos equipos tendrá un costo cercano a los 2.000 dólares.

En esta primera fase de producción, el proyecto ha contado con donaciones, como la que en días pasados hizo Luis Carlos Sarmiento Angulo por 1,2 millones de dólares. La totalidad de ese dinero lo recibirá Indumil, que posteriormente va a comercializar los ventiladores.

En días pasados, Daniel Quintero, alcalde de Medellín, aseguró que en esa ciudad hay tres proyectos de ventiladores en marcha que están siendo adelantados independientemente por la Universidad de Antioquia, la EIA e Industrias Sampedro, los cuales empezarían a ser producidos en serie desde el 20 de abril.

Según la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos (Amci), cada cama de cuidado intensivo requiere de un respirador, por lo que el déficit actual sería muy grande, ante la meta prevista de alcanzar al menos 8.000 camas en esta primera etapa, una situación optimista frente a los modelos que proyectan gran cantidad de pacientes con estos requerimientos.

En Colombia hay 2.640 camas de unidades de cuidado intensivo disponibles para covid-19 (de un total de 5.300) que esperan aumentarse con el plan de optimización iniciado por esa cartera y que se espera esté terminado a mediados de mayo, antes de que llegue el pico de la pandemia. Para esto, se espera ir adaptando 3.200 camas de cuidados intermedios, que cumplan los requerimientos y que solo requieren un respirador.